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Ubicación en el plano del segundo recinto del Monasterio de San Bartolomé. Puede ampliarse |
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Monasterio de San Bartolomé: De promostratenses y benedictinos. Tan antiguo que no se conoce su principio, quizá de 1181 (UNO). De la Orden de San Benito y de descendencia del linaje de los Medinas. D. Berenguel de Medina, descendiente de este linaje, su esposa doña Bona e hijos, Rodrigo Martín y Romana, dotaron lo suficiente para reparar su iglesia; en 1196, con el consentimiento de los canónigos, quienes entregaron dicho convento a D. Juan, Abad de Sahagún, cuya donación se hizo con licencia y consentimiento del Rey D. Alonso IX de Castilla, según privilegio de fecha 1 de julio de 1232 cuyo original se encuentra en el monasterio de San Benito el Real de Sahagún.
En el siglo pasado, durante las francesadas es ocupada por las tropas napoleónicas y décadas después sufre los efectos desamortizadores siendo abandonado en 1836 y demolido a continuación al pasar por su solar las vías del ferrocarril (DOS).
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-9- San Juan del Azogue y -10-San Bartolomé |
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Las formas arquitectónicas del monasterio nos son prácticamente desconocidas, tan solo tenemos una vaga imagen, recogida por el flamenco Van den Wyngaerde en sus visitas de 1565 y 1570, en las que se adivina una construcción gótica con un gran ábside poligonal y una torre cubierta a cuadro aguas (TRES); éste sería el aspecto exterior del templo monasterial, antes de la intervención de Fray Juan Ricci quien, además de eminente pintor y arquitecto, fue abad del monasterio medinense para el cual construyó una nueva iglesia hacia 1635. Se ha conservado la traza de la nueva fachada con la perspectiva de su interior y de ella cabe resaltar una potente portada de orden dórico rústico de dos cuerpos -el de acceso y otro superior más pequeño flanqueado por cubos piramidales-, compuestos ambos a base de grandes almohadillones y enmarcados por parejas de óculos; el conjunto está coronado por un sencillo frontón triangular (CUATRO).
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Cristo de San Bartolomé Siglo XIII. Actualmente en la Iglesia de San Miguel (PUEDE AMPLIARSE). |
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Por su parte el padre Escalona, en su obra citada (fechada en 1782), conocería ya esta nueva construcción cuando dice: "La fábrica del Monasterio de Medina se reduce a un claustro muy decente, y a una iglesia muy curiosa, y aseada, en que está una hermosa capilla, en la que se conserva y venera la famosa imagen del Santo Cristo"(CINCO) refiriéndose claramente al Cristo de San Bartolomé, interesante escultura gótica revestida de cuero. Por una curiosa publicación dedicada a este veneradísimo Crucificado, sabemos -dejando aparte las noticias novelescas que la adornan- que se hallaba originariamente "en una antiquísima capilla del claustro viejo, y a uno de los lienços en que estaba fabricada, hoy día se reconoce, y sala a la Rúa Vieja... (por ser muy estrecha) se fabricó otra de nuevo, en la situación que ahora está el altar antiguo de la Reina Soberana de los Ángeles: y es esta antigua capilla la que a su costa y expensas fabricó año de mil quinientos y veinte para el santo Crucifijo, Fray Francisco Gallean" (SEIS); más adelante, la imagen fue trasladada a una nueva capilla construida en 1630 tiempo que concuerda con el de la construcción de la nueva iglesia.
D. Alonso de Estepa trajo a este antiguo convento el Santo Cristo de San Bartolomé. En 1616, se hicieron rogativas por el agua sacándolo en procesión comenzando a caer tanta cantidad de agua que se descompuso toda la procesión, llegando a la iglesia muy contentos alabando al Señor por tal maravilla. Fray Alonso de Gutiérrez, en un librito que escribió en 1680 acerca de esta imagen, aseguraba que en este convento se guardaba nada menos que el "verdadero" cuchillo con el que degollaron al apóstol.
Muy cerca de esta parroquia se cuenta que vivió Cid Rui-Díaz de Vivar "El Cid Campeador". También en ella vivió Álvar Fañez Minaya y en la calle Escuderos, pasado el convento, también lo hizo el Conde Lozano.
EL CRISTO DE SAN BARTOLOMÉ
Ossorio dice:
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Cristo de San Bartolomé Siglo XIII. Actualmente en la Iglesia de San Miguel (PUEDE AMPLIARSE). |
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"y así sabrá el lector que en el convento de San Benito en esta villa, está un Cristo crucificado, muy devoto, y que ha hecho y hace muchos milagros, y tan antiguo, que se sabía el origen y principio de quien le había traido, hasta que fué Dios servido, que por el año de 1590, queriendo aderezar una pared del claustro de este convento, que estaba rasa y blanqueada, cavando en ella unos oficiales, para aderezarla, descubrieron un arco, y en él un entierro, en el cual estaba un caballero embalsamado, con gran mortaja de paño, como buriel, y su espada desnuda junto á él, con un pergamino(
) en latín, pero tan mal formado que apenas se podía leer, y tan bárbaro que se sacó la verdad de el con alguna elegancia, para que diese gusto al lector, y diré su romance, porque sea para todos:
Aquí yace sepultado don Alonso de Estepa, nacido en esta ciudad, llamada por su propio nombre Sarabris; varón á quien el mundo en la paz, dióle ventaja, varón que en fortaleza é industria de guerra, fué de grandiosidad de ánimo; tuvo siempre la prima en nobleza y linaje, insigne, descendiente de la noble generación de los godos, nacido de nobles padres, todos los cuales conocieron y confesaron de todo su corazón, la verdadera fé de Jesucristo, murieron confesándola, y se gloriaron de ello. E yo, el más humilde é ínfimo de todos, fuí el más dichoso en traer á mi patria, y á esta santa casa, la figura y forma verdadera de Jesucristo crucificado, la cual con mi industria, con mis fuerzas, con esta mi dichosa espada, la saqué del poder de los enemigos, la cual sagrada figura, dichosa presa de todos deseada, la quité por fuerza de armas, y se la saqué de las manos, á una nación bárbara, á una gente cruel, que la llevaban por causa de risa, ocasión de afrenta y menosprecio, y mandé en mi testamento, que me enterrasen honestamente en su capilla sagrada, con la mi dichosa espada, con la cual se obró una hazaña tan insigne y nombrada. Era de 721. A gloria de Nuestro Señor, y de su sagrada Madre, y de todos los Santos
No se puede dejar de engrandecer y considerar, las grandezas y maravillas de nuestro gran Dios, en querer su Magestad descubrir y hacer notoria, una cosa tan maravillosa, que tan oculta había estado, por la cuenta del pergamino, hasta este año de mil seiscientos y catorce que se escribe esto para que sea notorio.
Estuvo enterrado este caballero, ochocientos y veinte y un años, y al cabo de tantos permitió el Señor se viniera á saber, quien había traído á esta Santa casa la santa y devota figura del Santo Cristo.
Antiguamente estuvo esta Santa figura en este arco, donde se halló este caballero, y como había tan poco trecho, para la mucha gente que acudía á su devoción, á causa de los grandes milagros que hacía, los monges los tienen muy autorizados; hay en esta capilla muchas lámparas de plata, y velos de brocado, y telas muy vistosas."
El jesuita P. Fita, dudando de la verosimilitud de estos hechos, escribió un artículo en el Boletín de la Real Academia de la Historia (diciembre de 1904), en el que denunciaba el falseamiento del pergamino, al que data en 1183.
Según Fita, Alonso de Estepa sería uno de los nobles patronos del monasterio.
Encontramos otra mención al citado pergamino en la Historia y milagros del Santo Cristo de San Bartolomé (1680), de fray Alonso Gutiérrez, benedictino del monasterio:
"
habiendo hallado en la caja sepulcral un pergamino escrito en letras góticas, corcomidas con el tiempo, pero aunque tan desustradas, se pudo reconocer en ellas que decían que el que estaba sepultado se llamaba D. Alonso de Estepa, originario de los godos, y que había defendido de los moros esta soberana imagen, que puso en el monasterio y consta del pergamino que el año que se descubrió este cuerpo (1588) se cumplían 800 que había que estaba sepultado, y así el año que murió, según la cuenta, fue el de 788
"
Fray Alonso supone que el cadáver estuvo sepultado 800 años; en cambio López de Ossorio afirma que fueron 821 o 921. Además, la era a la que se refiere corresponde al año 683, bastante anterior a la llegada de los moros a estas tierras, que fue en el 711. La causa de estos desajustes se debería al mal estado del documento en cuestión, que hacía imposible la lectura, entrando en juego la imaginación de cada uno, dando como resultado un texto bastante diferente al original.
Pero un consejo, olvidaros de los problemas de datación con lo que algunos se vuelven locos, y disfrutad con la historia, que seguro que alguna semejanza con lo que ocurrió en la realidad tiene.
Y ¿qué nos dice la lápida?
"A Dios, óptimo y máximo. Al ilustrísimo héroe D.Alonso de Stepa, clarísimo vencedor de los sarracenos, defensor, protector, libertador de la imagen del santísimo crucifijo; magnificentísimo bienhechor de este monasterio, para que su mano carísima reciba en la última resurrección la vida y espíritu que desamparó al cuerpo del triunfador de la muerte, a quien defendió con esta espada consagrada a la inmortalidad. Maestro fray Gregorio de Quintanilla pone, dedica, sacrifica"
Os voy a contar una anécdota, misteriosa como todo lo que rodea este tema.
Cuando abrieron la sepultura de don Alonso, encontraron sólo huesos, salvo el brazo que había portado la espada que cortó la cola del caballo moro, que estaba incorrupto, al igual que la parte del cuerpo más cercana al Cristo.
Es el turno ahora de hablar un poco del monasterio y del Cristo en cuestión.
El Monasterio benedictino de San Bartolomé era originario aproximadamente de 1181 y estaba ubicado en el actual paso subterráneo de la vía, ya que fue abandonado y demolido en 1836. Aparte del Cristo, que ahora se encuentra en la parroquia de San Miguel, custodiaba la daga utilizada para degollar al Santo. Cercano a él, estaba la vivienda del Cid, que no fue el único que habitó por las inmediaciones, también lo hizo Álvar Fañez Minaya y, en la cercana calle Escuderos (la que enlaza Isabel la Católica y Fernando el Católico), el Conde Lozano, todos ellos protagonistas del Cantar de Mio Cid.
Volviendo al Cristo. Una escultura gótica, revestida de cuero, cuya creación se atribuye a un antiguo filósofo griego, y al que se imputan múltiples milagros, como el haber resucitado a una niña puesta a sus pies. Aunque, el más comentado fue el acontecido en 1616, fecha en la que se hacían rogativas por el agua sacándolo en procesión. El día que así hicieron, comenzó a caer tal cantidad de agua, que se descompuso toda la procesión.
Junto a él, se guardaba la espada del caballero y la cola del caballo, algo que todavía algunos siguen buscando
, aunque sin éxito hasta el momento.
Beatriz Salgado Aldudo
Profesora de Historia de Medina del Campo